Tic-tac,
tic-tac...
Se
desgranan en mi mente
los
minutos del reloj
los
recuerdos.
Ya no
me acuerdo del instante
en
que te hablé por primera vez,
el
día en que fuiste mía,
sólo
mía,
mi
amor eterno, mi sueño,
mi
amada mía...
Tic-tac,
tic-tac...
Le
arrebatan la vida al tiempo
las
manecillas de acero,
golpeando
mis sienes
con
el vaivén de los recuerdos.
Te
siento junto a mí,
en mi
pecho, en mi interior,
muy
dentro de mí...
Sí,
siento tu piel sobre mi piel,
tu
respirar sereno
al
compás de mis latidos.
Estás
aquí, sobre el lecho,
te
duermes abrazada a mí,
apoyas
tu cabeza sobre mi pecho;
entonces,
yo, te observo,
hermosa
vestal durmiente, y
a
rozar tus cabellos
apenas
me atrevo,
te
beso, cierro los ojos, y...¡Sueño!.
Tic-tac,
tic-tac...
Ya
nada importa,
ni el
espacio, ni el tiempo,
nada
importa ya,
los
segundos a tu lado
se
hacen eternos.
Eres
mía, nada más mía,
mía
nada más.
Tic-tac,
tic-tac...
Le
arrebatan la vida al tiempo
las
manecillas de acero,
golpeando
mis sienes
con
el vaivén de los recuerdos.
“Tic-Tac…”
(Trazos del corazón)
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