Te
busco en la noche,
Y
tú, esquiva y fugaz figura,
te
deslizas de entre las sábanas
para
abandonar el lecho.
Distante
y muda,
con
grandes ojos fijos
me
contemplas,
mientras
te ríes burlonamente
desde
el remoto rincón
de
la alcoba, en donde reinan las sombras.
Mis
trémulas manos
se
amotinan en la búsqueda insaciable
de
tus formas, a través de la oscuridad.
Añora
mi piel el vacío
que
dejaron tus caricias,
y
mis finos labios secos,
imploran
desesperadamente
la
humedad de tus cálidos besos.
El
eco imperceptible de mi voz
musita
el nombre definitivo
que
viola el silencio de la noche,
quebrando
los sueños.
Se
alza el sol en el oriente,
su
luz borra las postreras huellas
de
tu forma que, como humo,
se
desvanece entre la rendija
de
luz de mi ventana.
El
día, sin tu presencia, se me antoja
infinito.
Esta
noche, en mis sueños,
volveré
por ti.
“El
remoto rincón de mi alcoba”
(Trazos del corazón)
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