Dama vanidosa y soberbia,
de casta rancia y orgullosa,
tienes del junco la gracia
y la apariencia de la rosa.
Rosa de Alejandría,
con pétalos de viento y arena,
conjugas fragancia y espinas
¡OH, caprichosa veleta!.
Veleta, que ayer,
los vientos bebía por mí:
en oso de trapo, y cobija,
sin querer, me convertí.
Convertí mis palabras
en reproche y anatema.
¿qué ofensa te proferí,
que al olvido me condenas?
Me condenas como al preso
al que niegas agua y luz,
como al humilde carpintero
que un día subió a la cruz.
Cruz, la que llevo contigo,
pues tus cambios de humor ya no entiendo.
Pongo al cielo por testigo,
y por destierro...¡Al infierno!
“Dama”
(Trazos del Corazón)
“Para Ana María Fornells,
flor de la canela
y luz del Paraguay”
No hay comentarios:
Publicar un comentario