lunes, 28 de abril de 2014

El profeta del tiempo

Yo soy el cordero del Señor.
El Profeta del tiempo.
Inmerso en este misterio hierático
de la realidad intermitente,
a medio camino entre lo humano y lo divino,
en donde Tiempo, Muerte y Destino
se conjugan para dar forma
al laberíntico entramado
de esta dolorosa sinrazón llamada vida.
He arrebatado mi alma a la glacial compañía
de la insaciable cazadora de cuerpos.
Mis ojos, aun entreabiertos, reflejan
la calidoscópica luz del día.
Mi cuerpo, desgajado de la médula
hasta lo más profundo del alma,
yace ingrávido sobre mi trono de cedro,
despojado de mí mismo,
fuera de mí,
desposeído del todo.
Mi alma imperecedera se fundirá
en el crisol de la gloria,
con el todo indiviso del Dios infinito,
en la trascendente posesión del más allá.
Detrás del Verbo se revela
la invisibilidad del alma.
Debo acudir al bello encuentro,
mi Padre me llama:
Jesús, Jesús...


“El profeta del tiempo”
(Culminación de la metamorfosis)

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