Irrumpes
en mis noches resquebrajando
el
conjuro del sueño,
en
el que aun tengo el poder de
crearte
hermosa.
Eres
como una diosa que, indiferente
a
la extensión del tiempo,
aun
conservas el rasgo intangible de la belleza.
Yo
no soy sino un mortal
que
se pierde en la morbosa
impostura
de los sueños
sucumbiendo
a la decrepitud del tiempo,
viviendo
sin apenas vivir,
sintiendo
sin apenas sentir.
Hoy
me han venido ganas de amarte,
de
decirte todas aquellas cosas que nunca te dije:
las
verdades liberadas del deseo
por
las intermitencias de la razón.
Acurrucado
en las brumas
de
los espacios vacíos y silentes
he
buscado algo parecido a la belleza.
He
creado monstruos y fantasías,
en
los ilimitados campos de la imaginación,
en
una postrera e inútil resistencia
a
la culminación iniciática de la metamorfosis,
y mecido por los cantos de sirenas,
que prodigan sus caricias obsesivamente
sobre mi piel,
me
he dejado arrastrar a la complaciente
e
inconfundible parodia del acto amoroso,
en
la conquista final del sosiego.
“Culminación
de la metamorfosis”
(Culminación de la metamorfosis)
No hay comentarios:
Publicar un comentario