miércoles, 30 de abril de 2014

Diário íntimo

He decidido escribir un diario íntimo,
de memorias y confesiones,
movido por el irrefrenable deseo de despertar
la larva de la ironía que anida en
el oscuro habitáculo del recuerdo.

Apenas he comenzado a garabatear sobre el papel
la fábula de los diálogos inconfesos
entre el hombre asomado al balcón de mis ojos
y el hombre que habita en mi interior,
llegando a establecer, entre el Yo que soy, y el Yo que fui,
un absurdo monólogo ante el espejo,
en el que sólo se escucha el eco apagado de una voz,
distante y burlona a la vez,
que es como un lamento de puertas adentro.

Lo cierto –y dicho sea de paso-
¡Me importa todo un carajo!
Entre tú y yo –confieso-
El presente Yo que aún soy,
y el ausente Yo que he sido,
sé que a fin de cuentas no son si no
más que todo aquello cuanto he vivido:
Una sombra, cuyo reflejo emborronado
delata inexorablemente el paso de los años,
en los que ya ni el recuerdo me pertenece.

Ya sólo la caricia del viento
puede devolverme a la realidad
sin necesidad de buscar en mi interior
un rincón en el que contarme a mí mismo
-obligado oyente del eco mustio de mi voz-
y como último recurso,
un cuento entre todos los cuentos.

No estoy seguro, pero creo que,
sobre el vaho del viejo espejo,
alguien ha dibujado una sonrisa.

“Diario íntimo”
(Retales de intimidad)

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