entre
las recias murallas de la métrica.
Dejad
que pregonen mis versos
su
postrera resistencia a la rima.
Dejad
que fluyan libremente
por
los extensos campos de la imaginación.
Dejad que Terpsícore los devore con el
Dejad que Terpsícore los devore con el
hambre
voraz de la expansión del verbo.
Dejad
que siga el vate acurrucado entre las brumas,
creando
monstruos y fantasías...
-tiránica
presencia del recuerdo-.
Dejad
que los versos resquebrajen
los
espacios vacíos y silentes,
que
se transformen en nubes
las
palabras,
y
la prosa en peces de fuego,
en
pájaros de plata el acento,
en
flores azules se torne la voz,
en
mariposas malva los sonetos,
las
sílabas en salamandras,
y
en caracolas naranja la gramática.
Dejad
que reinen las musas en el
nocturno
paisaje de mis sueños
y
que canten al viento los bardos
las
trovas liberadas del deseo,
que
tañan con rabia sus liras ,
que
retruenen sus voces en los cielos
silenciando
la elegía intransigente de la muerte.
Sí,
dejad que me ausente muriendo
como
la foto desaparecida
en
la compleja luz negra del recuerdo,
que
se diluyan mis formas como la tinta
de
una acuarela dibujada en un papel.
Pero
ante todo...
No
dejéis que mis versos mueran,
ni
ahora, ni nunca.
“Mis
poemas”
(Universo singular)
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