lunes, 14 de marzo de 2016

¡LIPSTICK!

De un tiempo a esta parte he recibido un sinfín de "emilios" alertando sobre la cantidad de plomo que contienen determinadas marcas de cosmética femenina, los pintalabios para ser más exacto -que por no caer en la tentación de hacer publicidad gratuita no citaré- y del peligro que su uso entraña para la salud, con el hipotético riesgo de contraer un cáncer de labios. (Con sólo pensar en los labios de la carmen Mairena cuando canta el Only You...)
Es de agradecer tal información, por eso que en cuanto decida transvestirme tendré en cuenta los riesgos que entraña el uso de dicho cosmético labial, por lo que de llegar el caso trataré de elegir con acierto mi pintalabios. De momento, por razones obvias no uso este tipo de cosméticos, y como mujer no tengo y la planta no está por la labor de acicalarse... pues lo dicho, mi más sincero agradecimiento a quienes me previenen del horrendo mal que nos acecha: la hecatombe labial!!!
Referente al plomo que dicha cosmética contiene... después de 58 años bebiendo agua del grifo -bueno hace 15 sólo bebo embotellada- así que lo dejamos en 43, y teniendo en cuenta que hasta hace tan sólo un par de décadas, como mucho, en que la mayor parte de la red hidráulica urbana estaba compuesta -en la inmensa mayoría de edificios- de plomo... haced conjeturas.
Eso por no hablar de la ingente cantidad de este mineral metaloide que se ha vertido en ríos y mares por mor del progreso industrial (por eso debe ser que los peces no flotan sobre la superficie, porque están plomados) e incluso la industria armamentística repudia tan maleable metal, pues ahora las balas, por la toxicidad del elemento Pb, ya no son lo que eran, sino que ahora las fabrican con uranio empobrecido, que además resulta algo más económico que el plomo ¿será por eso que se llama empobrecido? y por ello deben resultar menos nocivas para la salud del combatiente, aunque maten de igual modo.
A tener en cuenta: Tampoco es políticamente correcto, ni debe estar bien visto, llamar "plomo" al pesado de turno, más que nada por las connotaciones ponzoñosas que ello suscita.


A veces me pregunto si con tanta prevención y proteccionismo no estamos abocados a recluirnos en una burbuja de cristal.
Ayer sin ir más lejos (en el super de la esquina, para más señas) me dispuse a comprar un puré de patata, cuyo envase lleva dibujada una horrible gallinacea blanca, pero por razones de imparcialidad mercantil no voy a revelar el nombre de dicho producto. El caso es que al leer la alfanumérica receta de su composición, con tanto E280, E420, S145 y B325 multiplicado por 500 Kj L, dudé de si su contenido era apto para el consumo humano, de si se trataba de un nuevo carburante o de un simple tratado de álgebra cuántica.
Así que anoche ni cené puré de patata ni me pinté los labios con carmín emplomado, y siguiendo las sabias indicaciones recibidas, opté por un menú de lo más natural: pa amb tomàquet (de la agrotienda) i pernil ibèric amb maduixes.
PD. Los aros de sujetador están muy duros, los prefiero de cebolla.

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