En España es costumbre realizar bromas de toda índole el 28 de diciembre.
Los medios de comunicación (prensa, radio, TV o cualquier otro medio de difusión) hacen bromas o tergiversan el contenido de las noticias de tal modo que la información parezca real. Se trata de una libertad que se dan los agentes mediáticos para dar rienda suelta a su sentido del humor, oportunidad que solamente tienen una vez al año. Es tradición que los periódicos publiquen páginas enteras de noticias cómicas, con la advertencia de que es día de los inocentes, que van desde las que son una obvia mofa a cualquier suceso reciente, hasta las que parecen serias y engañan al lector desprevenido. El día de los inocentes se vive en todo el mundo hispanohablante.
Los medios de comunicación (prensa, radio, TV o cualquier otro medio de difusión) hacen bromas o tergiversan el contenido de las noticias de tal modo que la información parezca real. Se trata de una libertad que se dan los agentes mediáticos para dar rienda suelta a su sentido del humor, oportunidad que solamente tienen una vez al año. Es tradición que los periódicos publiquen páginas enteras de noticias cómicas, con la advertencia de que es día de los inocentes, que van desde las que son una obvia mofa a cualquier suceso reciente, hasta las que parecen serias y engañan al lector desprevenido. El día de los inocentes se vive en todo el mundo hispanohablante.
Yo, particularmente, opino que estás bromas o “Inocentadas”
son perfectamente lícitas, siempre y cuando no sean vejatorias o hagan
menoscabo de la honorabilidad de las personas, y que todos solemos aceptarlas
de buen grado y con buen sentido del humor, pues a fin de cuenta no son más que
eso: una broma sin mayor trascendencia que no hay que sacar fuera de contexto,
por mal que nos pese.
Acaso no aceptamos con agrado un chiste (que no deja de ser
una suerte de broma) sobre gitanos, moros, polacos, gais y demás. Claro está
que como nosotros no somos ni moros, ni gitanos, ni polacos (o sí) ni nastis de
plastis, nos reímos de buen grado pero... acaso nos preguntamos si a estos les
hace la misma gracia que a nosotros. Para qué, si a fin de cuentas no es más
que un chiste ¿no?
Me parece absurdo e
infantil rasgarse las vestiduras por una mera “inocentada” por mucho que
tratemos de aplicar aquello de que “tanto va el cántaro a la fuente...” o que
con ello “se da pistas al enemigo” y es
un despropósito y una falta de sentido común azuzar guerras intestinas o
comenzar una caza de brujas. Una Inocentada, guste o no, no es más que eso... una inocentada, y quienes no lo sepan ver o entender así deberían hacérselo mirar o leer las obras completas de Gila, o Tip i Coll. Así que menos mirarse el ombligo y más ganas de reír, que con la que se nos avecina buena falta nos hace.
No hay comentarios:
Publicar un comentario