jueves, 11 de octubre de 2012

“Elegía por la paz”

El silencio se ha quebrado en el vacío.
Se han apagado las luces para
dar paso a las sombras.
Sólo se escucha el lamento,


 el lamento por la vida
que fue y pudo haber sido.
El lamento por una vida perdida
en el absurdo empeño
de convertirla en amante
de la muerte y de lo incierto.

La vida, frágil amante de ausencias
definitivas, ha exhalado su postrer aliento
sobre un desolado paisaje
sembrado de cruces y almas vencidas.
La ausencia de vida no se entiende
sino frente a la desolación de
los campos de batalla,
lúgubres y vacíos, donde ya sólo
se escucha entre las sombras
el desgarrador aullido del cañón.

La muerte, una vez más, se pasea vestida
con sus galas de invicto general ,
mostrando su alfanje ensangrentado.
Desde lo alto de su castro,
ahumado y sombrío, la muerte,
ha visto morir a sus hijos y,
apiadándose de ellos,
los ha cobijado bajo su frío manto
de pájaros negros del estío.

"Elegía por la paz"

(Culminación de la metamorfosis)



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