Mi cuerpo yace ingrávido sobre la delgada línea del
horizonte.
justo en el límite de la sutil frontera,
que escinde el alma de lo corporal.
La calma es reconfortante, y sin embargo, siento
una gran desolación.
¿pero por cuánto tiempo habré de aguardarla?
II
Ella me contempla burlona desde lo lejos,
con un atisbo de indulgencia en su mirada.
Fijando en mí sus grandes ojos negros,
que resplandecen como relámpagos en la tempestad.
¿por qué será que se me antoja fría la mirada de la
muerte?
III
¡Olvídame!
Le digo con desgana, mientras vuelvo la cabeza
hacia otro lado
¡Olvídame! acaso no ves que me aburres
soberanamente.
Pero ella sigue, impávida y silenciosa, sonriendo
burlonamente
¡Tanto tiempo juntos!
Tantos años de vida, otros tantos llevo de muerte.
IV
¡No insistas!
Sabes bien que no es ésta mi hora.
No seré yo quien llore al rechazar tus besos,
y aún así, inmerso en esta espiral incierta del
tiempo
sé que me muero... ya bien sea en el olvido, o quizá en tu
recuerdo.
"Diálogos con la muerte"
(Retales de intimidad)
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